Primera fumata negra: no hubo elección de nuevo papa en el primer día del cónclave

Ciudad del Vaticano.
La chimenea de la Capilla Sixtina lanzó humo negro en la noche de Roma, señal inequívoca: no hubo elección.

Millones de católicos en todo el mundo siguieron atentos la primera votación del cónclave, que este martes inició en el Vaticano para elegir al sucesor del papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, como líder máximo de la Iglesia católica.

El cónclave comenzó pasadas las 5:30 p.m. (hora local) y, tras varias horas de deliberación, el resultado fue la esperada primera fumata negra, que apagó las esperanzas de los cientos de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

Como es tradición, los resultados permanecen en absoluto hermetismo: no se revelan cifras, ni favoritos, ni tendencias. Nada que permita anticipar qué ocurrirá en las próximas votaciones.

¿Qué sigue en el proceso?

Aunque muchos fieles soñaban con una decisión rápida, desde el inicio se sabía que era poco probable un acuerdo en la primera ronda. El reglamento contempla hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde.

Este miércoles no habrá otra votación. El proceso se reanudará el jueves 8 de mayo en la mañana. El tiempo que dure el cónclave dependerá de la rapidez con que los 133 cardenales electores lleguen a un consenso.

Si después de tres días no se alcanza un resultado, el procedimiento establece una pausa para oración y reflexión de hasta un día. Luego se retoman las votaciones en bloques similares, siempre bajo estricta confidencialidad. El anuncio del nuevo papa solo ocurre cuando el elegido acepta formalmente el cargo y se da a conocer al mundo con la esperada fumata blanca.

Una oración por el papa que el mundo necesita

En la homilía previa al cónclave, la misa Pro eligendo Romano Pontifice, resonó el pedido del decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re:
“Que sea elegido el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento tan difícil y complejo de la historia”.

Las palabras marcaron el tono de este cónclave, donde no solo se elige a un líder espiritual, sino a una figura con enorme peso global, en tiempos de desafíos y transformaciones profundas para la Iglesia y para el mundo.

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