
- Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los disruptores endocrinos afectan especialmente las etapas críticas del desarrollo, al alterar funciones hormonales claves para el crecimiento y la maduración.
- Un estudio de la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos (Endocrine Society) y la Red Internacional para la Eliminación de Contaminantes señala que pesticidas y plásticos pueden actuar como disruptores endocrinos, relacionados con infertilidad, cánceres hormonales y enfermedades metabólicas.
- La Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE) hace un llamado a la prevención y a la adopción de hábitos cotidianos que permitan reducir la exposición a estas sustancias.
Colombia, agosto de 2025 — Los disruptores endocrinos se han convertido en una de las mayores preocupaciones de la salud pública a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud, las etapas críticas del desarrollo como la gestación, la infancia, la adolescencia y la edad reproductiva, son especialmente sensibles a los disruptores endocrinos, pues en esos momentos las hormonas cumplen un papel decisivo en la formación y regulación del organismo. A esto se suma un reciente informe de la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos (Endocrine Society) y la Red Internacional para la Eliminación de Contaminantes (IPEN), que alerta sobre la presencia de disruptores endocrinos en pesticidas y plásticos, vinculados con alteraciones de la glándula tiroides, infertilidad, cánceres sensibles a hormonas, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas, en su mayoría derivadas de procesos industriales, que interfieren con el sistema endocrino, la red de glándulas y hormonas que regulan funciones vitales como el crecimiento, el metabolismo, la reproducción, el sueño y el estado de ánimo. Pueden ingresar al organismo al ser ingeridos, inhalados, absorbidos por la piel o transmitidos a través de la leche materna. Una vez dentro, actúan de diferentes maneras, ya sea imitando a las hormonas naturales y confundiendo al cuerpo, bloqueando sus receptores e impidiendo su acción o alterando la producción, el transporte y la eliminación hormonal. Estas alteraciones afectan procesos esenciales y se han asociado con múltiples problemas de salud, entre ellos infertilidad, obesidad, síndrome de ovario poliquístico, endometriosis, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y diversos tipos de cáncer, como el de mama y el de próstata.
“Los disruptores endocrinos representan una amenaza silenciosa porque, aunque no los vemos, están en todas partes, incluso en productos de uso cotidiano: en plásticos, cosméticos con parabenos, bloqueadores solares, juguetes, material de recubrimiento de electrodomésticos, jabones antibacteriales, pesticidas que están presentes en algunas frutas, o incluso en metales pesados que contaminan el agua y los alimentos. Se acumulan en el organismo y logran imitar, bloquear o interferir con la acción de las hormonas, alterando funciones tan vitales como el crecimiento, la fertilidad, el desarrollo cerebral, el metabolismo o alteración tiroidea”, comenta la doctora Katherine Restrepo, endocrinóloga y expresidenta de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Para facilitar su identificación en la vida cotidiana, se pueden seguir cinco pasos clave que ayudan a reconocer los productos y alimentos que podrían contener disruptores endocrinos.
- Revisar los ingredientes: se deben identificar compuestos como BPA, ftalatos, parabenos, triclosán o pesticidas, que son los más comunes.
- Observar el tipo de envase: los plásticos, especialmente al calentar alimentos, pueden liberar químicos; se recomienda optar por vidrio, acero inoxidable o cerámica.
- Revisar el uso del producto: los plásticos de un solo uso, los envases de alimentos procesados o productos industriales suelen presentar mayor riesgo.
- Verificar productos de cuidado personal: cosméticos, cremas y champús pueden contener parabenos, ftalatos o triclosán; es preferible elegir versiones libres de estos compuestos.
- Analizar los alimentos: los ultraprocesados pueden contener residuos químicos y los frescos deben lavarse bien para eliminar el exceso de estos compuestos, especialmente frutas y verduras.
La exposición a estos compuestos no sólo interfieren con la regulación hormonal, sino que también pueden alterar la cronobiología del organismo, afectando directamente el ciclo sueño-vigilia. Esta disrupción impacta procesos biológicos esenciales, incrementando el riesgo de insomnio, fatiga crónica y desequilibrios metabólicos. En pacientes que ya reciben tratamiento por disfunciones endocrinas como hipotiroidismo, diabetes o enfermedades de la hipófisis, la exposición a estos compuestos puede agravar su condición, descompensar su enfermedad de base y reducir la eficacia de los medicamentos. Por ello, visibilizar y controlar estos factores resulta crítico para proteger la salud pública y garantizar la estabilidad clínica de quienes dependen de un tratamiento continuo.
“La evidencia científica ha demostrado que la exposición a disruptores endocrinos está relacionada con un amplio rango de problemas de salud. Entre los más documentados se encuentran la infertilidad, las alteraciones de la tiroides, el síndrome de ovarios poliquísticos y la endometriosis. También se han asociado con obesidad, diabetes, hipertensión arterial y diversos cánceres sensibles a hormonas, como los de mama, próstata y testículo. Su impacto no se limita al sistema endocrino, también pueden alterar la cronobiología del organismo, afectando el ciclo sueño-vigilia y descompensando a pacientes que ya están en tratamiento por disfunciones hormonales, reduciendo la eficacia de sus medicamentos. No existe una dosis segura, ya que actúan incluso en niveles bajos, se acumulan en el tejido adiposo y pueden potenciar sus efectos al combinarse. Por ello, educar a nuestras comunidades sobre estos riesgos es clave para prevenir enfermedades”, afirma la doctora Katherine Restrepo.
La exposición a estas sustancias puede además afectar el desarrollo cerebral en etapas muy tempranas de la vida, aumentando el riesgo de trastornos del espectro autista, déficit de atención y disminución del coeficiente intelectual. El riesgo de los disruptores endocrinos varía según la etapa de la vida. El embarazo, la infancia y la adolescencia son momentos especialmente vulnerables, ya que el organismo se encuentra en procesos de transformación. Durante la gestación, la exposición puede afectar no solo a la madre, sino también al bebé en formación. En la niñez, estos compuestos pueden alterar el crecimiento, el neurodesarrollo y el inicio de la pubertad, mientras que en la adolescencia interfieren con la maduración sexual y la salud reproductiva futura.
La Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE) enfatiza que, aunque la exposición a estas sustancias es difícil de evitar en la vida moderna, sí es posible reducir el riesgo mediante decisiones informadas. Entre las recomendaciones se encuentran preferir envases de vidrio o acero inoxidable en lugar de plásticos, elegir productos de cuidado personal libres de fragancias y parabenos, lavar adecuadamente frutas y verduras para disminuir residuos de pesticidas, reducir el consumo de pescados con alta carga de mercurio y optar por cosméticos o protectores solares con filtros minerales. Estos pequeños cambios de hábitos buscan empoderar a las personas para cuidar activamente su salud y la de sus familias.
Información para prensa
Arianna Anzaloni
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Sobre la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE)
Somos una entidad científica, sin ánimo de lucro, compuesta por profesionales de la salud especializados en la endocrinología. Fuimos constituidos en el año 1950, y como sociedad científica durante estos 75 años hemos venido trabajando en el desarrollo académico y científico de la especialidad en el país