El Papa Francisco ha concedido una indulgencia plenaria con ocasión de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebrará el domingo 28 de julio de este año.
El Santo Padre instituyó esta jornada mundial en 2021, estableciendo que se conmemorara el cuarto domingo de julio, en honor a San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, cuya fiesta se celebra el 26 de julio.
La indulgencia plenaria restaura a los fieles al estado de gracia que tenían al recibir el Bautismo, permitiendo que, si fallecen después de obtenerla, vayan directamente al Cielo, siempre y cuando cumplan los requisitos necesarios.
En un decreto publicado hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la Penitenciaría Apostólica explicó que el Papa aceptó la solicitud del Cardenal Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, para conceder esta indulgencia plenaria en la jornada mundial de este año.
Para obtener la indulgencia plenaria el 28 de julio de 2024, bajo el tema “En la vejez no me abandones”, se deben cumplir las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Papa.
El decreto también especifica que la indulgencia plenaria se concede a “los abuelos, los ancianos y a todos los fieles que, animados por un verdadero espíritu de penitencia y caridad, participen en la cuarta Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores en las diversas celebraciones alrededor del mundo”.
Esta indulgencia plenaria, agrega el texto, “podrá aplicarse también en sufragio de las almas del Purgatorio”, es decir, por una persona fallecida.
Además, se concederá “a los fieles que dediquen un tiempo adecuado a visitar a sus hermanos mayores necesitados o en dificultad (como enfermos, abandonados, discapacitados), ya sea en persona o virtualmente a través de los medios de comunicación”.
La indulgencia podrá ser obtenida también por “los mayores enfermos y sus cuidadores, así como por aquellos que, no pudiendo salir de casa por un motivo grave, se unan espiritualmente a los sagrados servicios de la Jornada Mundial, ofreciendo al Dios Misericordioso sus oraciones, dolores o sufrimientos de su vida, especialmente mientras se retransmiten las diversas celebraciones a través de los medios de comunicación”.
Finalmente, el decreto anima a los sacerdotes a “ponerse a disposición, con espíritu pronto y generoso, para la celebración del Sacramento de la Penitencia”, debido al requisito de la confesión.