París – En un gesto que subraya el profundo vínculo entre los seres humanos y sus mascotas, especialmente en los años de la vejez, la familia del icónico actor francés Alain Delon ha rechazado su último deseo de que su querido perro, ‘Loubo’, fuera sacrificado y enterrado a su lado.
Delon, reconocido por su inolvidable actuación en películas como El leopardo y Nuestra historia, falleció el pasado domingo. Durante una entrevista en 2018 con la revista Paris Match, el actor había revelado su deseo de que su fiel pastor belga, a quien describía como “un perro al final de su vida” y que amaba “como a un hijo”, lo acompañara en la muerte si él fallecía primero.
«He tenido 50 perros en mi vida, pero con este tengo una relación especial», declaró Delon en esa ocasión, expresando la intensidad de un vínculo que, para muchos, es un refugio emocional en los últimos años de vida. El actor, consciente del amor incondicional de su mascota, había solicitado que el veterinario “los llevara juntos”, dejando que ‘Loubo’ muriera en sus brazos.
Sin embargo, la familia de Delon ha decidido no cumplir con esta petición, atendiendo a las críticas de organizaciones defensoras de los derechos de los animales en Francia. La Fundación Brigitte Bardot confirmó que ‘Loubo’ seguirá viviendo en el hogar familiar, asegurando que el perro “tiene su hogar y su familia” y que no será sometido a eutanasia.
La principal organización protectora de animales en Francia, la Sociedad Protectora de Animales (SPA), se pronunció enérgicamente en contra de la solicitud, afirmando que “la vida de un animal no debe estar condicionada a la de un ser humano”. A su vez, ofrecieron realojar al perro si fuera necesario.
Otra organización, ‘30 Millones de Amigos’, también instó a la familia Delon a denegar la petición, destacando en un comunicado la esperanza de que ‘Loubo’ continúe viviendo mientras goce de buena salud. La organización, que además rindió homenaje al legado de Delon como defensor de la causa animal, se ofreció a encontrar un nuevo hogar para el perro si fuese necesario.
Este caso pone de relieve cómo, en la vejez, los animales pueden llegar a ocupar un lugar central en la vida de las personas, convirtiéndose en compañeros esenciales, capaces de brindar un amor incondicional que muchos consideran irremplazable.