
En el municipio de Concepción, oriente antioqueño, una historia insólita sacude los registros judiciales y las creencias populares. Todo comenzó en el año 2011, cuando un templo declarado Bien de Interés Cultural de la Nación estaba al borde del colapso. Su restauración parecía imposible, no por falta de recursos, sino por un obstáculo inesperado: el terreno no tenía dueño… humano.
La matrícula inmobiliaria del templo señalaba como propietarios al “Amo Supremo” y a “las Ánimas del Purgatorio”, según el testamento de Nepomusena Osorio, una feligresa que en 1860 donó el predio como acto de fe.
Hoy, más de 160 años después, ese gesto de devoción profunda se convirtió en un problema legal. El Ministerio de Cultura no podía intervenir en la restauración de la iglesia hasta no aclarar la titularidad del predio.
Ahí entró en escena el abogado Ramón Alcides Valencia Aguilar, nacido en Concepción, formado en Medellín y conocido hoy como “el hombre que demandó a Dios… y ganó”. Propuso una salida jurídica inusual pero efectiva: interponer una demanda de pertenencia contra Dios y las ánimas del Purgatorio.
El caso, que comenzó como una curiosidad local, escaló hasta convertirse en referente académico internacional. La justicia colombiana, al no poder convocar a los demandados espirituales, designó una abogada de oficio para representarlos. Tras un proceso que incluyó edictos, testimonios y avalúos, el juez falló a favor de la parroquia Inmaculada Concepción, ordenando inscribir el templo a nombre de esta como persona jurídica.
El desenlace permitió destrabar más de tres mil millones de pesos en ayudas para la restauración del templo. Sin embargo, el caso también dividió opiniones en la comunidad. La placa que reconocía al abogado fue retirada por presión de algunos habitantes, aunque él asegura que lo importante es haber salvado el patrimonio.

Esta historia revela cómo la fe de nuestros antepasados, expresada en actos simbólicos como donar bienes a entidades espirituales, hoy plantea desafíos legales concretos. En palabras de Ramón Alcides: “Gracias a Dios, a las ánimas… y a haber legalizado el predio, hoy la iglesia está fuera de peligro”.
En medio de las celebraciones de Semana Santa, donde el silencio y la devoción aún se viven con intensidad en Concepción, este caso nos recuerda que la historia, la fe y el derecho a veces se cruzan en caminos insospechados… y que hasta las ánimas del purgatorio deben rendirse ante la ley.