Un desafío personal cuestiona décadas de advertencias sobre los huevos y su relación con el colesterol
Durante años, los huevos han sido vistos como un alimento que contribuye significativamente al aumento de colesterol, lo que ha generado preocupación sobre su impacto en la salud del corazón. Sin embargo, un estudiante de Harvard, Norwitz, quien también posee un doctorado en metabolismo cerebral humano por la Universidad de Oxford, decidió poner a prueba esta creencia en un experimento personal que desafía las conclusiones populares.
El reto, que consistió en consumir 24 huevos al día durante un mes, buscaba determinar si realmente el colesterol dietético presente en los huevos aumenta los niveles de colesterol LDL, conocido comúnmente como «el malo», debido a su capacidad de obstruir las arterias y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
720 huevos después, los resultados sorprenden
Cada huevo contiene aproximadamente 186 mg de colesterol. Basado en esto, el consumo de 24 huevos al día elevaba la ingesta de colesterol en más de 133.200 mg. De acuerdo con las creencias tradicionales, este nivel debería haber disparado los niveles de colesterol LDL de Norwitz. Sin embargo, el experimento tuvo un desenlace inesperado: al finalizar el mes, no solo no aumentaron sus niveles de LDL, sino que estos disminuyeron en un 18%, desafiando la correlación comúnmente aceptada entre el consumo de colesterol y los niveles de colesterol en sangre.
La ciencia detrás del colesterol y los huevos
El colesterol dietético, que obtenemos a través de los alimentos, puede afectar los niveles de colesterol en la sangre de manera variable según la persona. En la mayoría de los casos, el consumo elevado de huevos no provoca un aumento significativo en el colesterol LDL. El cuerpo humano regula este proceso a través de mecanismos que incluyen la liberación de una hormona llamada colesina, la cual se activa cuando el colesterol dietético se une a receptores específicos en las células del intestino.
Esta hormona viaja al hígado, donde se adhiere a un receptor denominado GPR146, lo que provoca una reducción en la producción de colesterol LDL. Este proceso podría explicar por qué, a pesar de haber ingerido una cantidad masiva de colesterol durante el experimento, los niveles de LDL en Norwitz no solo se mantuvieron estables, sino que disminuyeron.
El papel de los carbohidratos en el experimento
En la primera mitad del experimento, Norwitz consumió únicamente huevos, pero para la segunda mitad decidió introducir 60 gramos de carbohidratos al día, en forma de frutas como bananas, arándanos y cerezas congeladas.
Según explicó el estudiante, en dietas bajas en carbohidratos, el cuerpo tiende a aumentar los niveles de colesterol LDL al quemar grasas para obtener energía. Al reintroducir carbohidratos, el organismo vuelve a utilizar estos como fuente de energía principal, lo que puede llevar a una reducción en los niveles de LDL. Esta variación fue evidente cuando Norwitz experimentó una disminución adicional en sus niveles de LDL tras reintroducir carbohidratos en su dieta.
Una reflexión sobre las creencias populares
El experimento de Norwitz pone en entredicho la creencia generalizada de que el colesterol dietético tiene un impacto directo y dañino sobre los niveles de colesterol en sangre. Aunque estos resultados no son definitivos, sí invitan a una reconsideración sobre las recomendaciones tradicionales respecto al consumo de huevos y su relación con la salud del corazón.
Este caso sugiere que, en ciertas circunstancias, el cuerpo humano puede manejar el colesterol de maneras más complejas y menos lineales de lo que se pensaba anteriormente.