El Papa Francisco exhorta a no encubrir los abusos: todos serán juzgados y el mal debe salir a la luz

El Papa Francisco celebró en la mañana de este domingo la Santa Misa de clausura de su viaje a Bélgica, con el rito de Beatificación de la Sierva de Dios Ana de Jesús, desde donde advirtió que “todos caben en la Iglesia, pero todos serán juzgados” e insistió que en la Iglesia Católica “no hay lugar para encubrir los abusos”.

El Papa Francisco llegó a las 10.00 horas al Estadio Rey Babuino, por el que se paseó en papamóvil para saludar a los 35.000 fieles presentes. 

Al inicio de la celebración Eucarística, se procedió a leer la biografía de la española Ana de Jesús, hija espiritual de Santa Teresa de Ávila que ayudó a expandir a los carmelitas descalzos a Francia y Bélgica a principios del siglo XVII.

A continuación, el Santo Padre promulgó la fórmula de beatificación y mientras el coro entonaba el Laudate Dominum, las reliquias de la nueva beata fueron presentadas al Pontífice y situadas a los pies de la imagen de la Virgen María.

En su homilía, el Papa Francisco recordó el testimonio de Ana de Jesús, una mujer que estuvo entre las protagonistas, en la Iglesia de  su tiempo, de un gran movimiento de reforma, tras las huellas de una “gigante del espíritu” —Teresa  de Ávila—, «del que difundió los ideales en España, en Francia y también aquí, en Bruselas, y en  aquellos que entonces se llamaban los Países Bajos Españoles».  

“En un tiempo marcado por escándalos dolorosos, dentro y fuera de la comunidad cristiana,  ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, de trabajo y de caridad, supieron  traer de nuevo a la fe a tantas personas, hasta el punto de que alguno definió su fundación en esta  ciudad como un ‘imán espiritual’”, recordó.

También destacó que la nueva beata no deseó dejar ningún escrito, ya que se comprometió más bien “en poner en práctica lo que ella  a su vez había aprendido, y con su modo de vivir contribuyó a realzar la Iglesia en un  momento de gran dificultad”.

 “Acojamos, por tanto, con gratitud el modelo de ‘santidad femenina’ que nos ha dejado, al mismo tiempo delicado y fuerte, hecho de apertura, comunión y testimonio. Encomendémonos a su oración, imitemos las virtudes y redescubramos con ella nuestro compromiso de caminar juntos sobre las hormas del Señor”, exhortó el Pontífice. 

“En la Iglesia no hay lugar para encubrir el abuso”

El Papa Francisco recordó su encuentro con víctimas de abusos en la Iglesia durante su paso por Bélgica e invitó a los fieles a pensar en los pequeños que “son escandalizados, golpeados, abusados, de aquellos que deberían cuidarles, a los heridos de dolor, de impotencia, sobre todo en las víctimas, pero también en sus familias y en su comunidad”. 

Tras escuchar el sufrimiento de los abusados y de revivir sus testimonios, aseveró que “en la Iglesia caben todos, todos, pero todos serán juzgados y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para encubrir el abuso”, reiteró.

“Pido a todos: no encubran los abusos. Pido a los obispos: no encubran los abusos. Condenad a los abusadores y ayudadles a recuperarse de esta enfermedad del abuso. El mal no puede ocultarse. El mal debe salir a la luz, que se sepa. Como han hecho valientemente algunos abusados. Que se sepa. Que se juzgue al abusador, sea laica, laico, sacerdote u obispo. Que sea juzgado”.

Asimismo, afirmó que “todos somos  pobres pecadores, todos, todos, y el primero yo. Las personas abusadas son un lamento que sube al cielo, que toca el alma, que nos hace avergonzarnos y nos llama a convertirnos”.

“La comunidad de los creyentes no es un círculo de privilegiados”

Asimismo, recordó que todos, con el Bautismo, “hemos recibido una misión  en la Iglesia” que “no se trata de un don” ni de un “motivo de orgullo”.

Remarcó que “la comunidad de los creyentes no es un círculo de privilegiados, es una familia de salvados, y nosotros no somos enviados a llevar el  Evangelio al mundo por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios, por su misericordia y por la confianza que, más allá de todos nuestros límites y pecados,  Él continúa poniendo en nosotros con  amor de Padre, viendo en nosotros lo que nosotros mismos no alcanzamos a vislumbrar. Por esto nos  llama, nos envía y nos acompaña pacientemente cada día”.

A continuación, subrayó que “necesitamos  realizar nuestra misión con humildad, gratitud y alegría” y que “no debemos resentirnos, sino más bien  alegrarnos de que también otros puedan hacer lo que nosotros hacemos, para que crezca el Reino de  Dios y para reunirnos todos unidos, un día, en los brazos del Padre”.

Más tarde,  recordó que “el único camino  de la vida es el del don, del amor que une en el compartir”, ya que “el camino del egoísmo genera sólo cerrazón, muros y obstáculos —“escándalos”, precisamente— encadenándonos a las cosas y alejándonos de  Dios y de los hermanos”

“El egoísmo, como todo lo que impide la caridad, es “escandaloso” porque aplasta a los  pequeños, humillando la dignidad de las personas y sofocando el clamor de los pobres”, aseveró. 

Advirtió también que  el clamor de los pobres y de los que sufren “no se pueden ignorar, no se pueden cancelar, como si fuesen una nota desafinada en un  concierto perfecto del mundo del bienestar, ni se pueden atenuar con alguna forma de asistencialismo  de fachada”. 

“No nos engañemos, sin amor nada dura, todo se  desvanece, se derrumba, y nos deja prisioneros de una vida evasiva, vacía y sin sentido, de un mundo inconsistente que, más allá de las fachadas, ha perdido toda credibilidad, porque ha escandalizado a  los pequeños”, afirmó el Papa Francisco.

“Que se cese inmediatamente el fuego” en Medio Oriente

Al término de la Misa, el Papa Francisco recitó la oración mariana del Ángelus y agradeció a los reyes y autoridades por la acogida de estos días. Así como a aquellos que han colaborado en esta visita, como los enfermos y ancianos que han ofrecido sus oraciones.

Recordó que hoy se celebra la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado y renovó su llamado a la Comunidad Internacional para “crecer juntos en la fraternidad” e invitó a ver en cada hermano migrante “el rostro de Jesús”.

También expresó su preocupación por el conflicto en el Líbano y aseguró que es un “mensaje martirizado”. Lamentó los efectos devastadores sobre la población de Medio Oriente y pidió orar por las víctimas, sus familias y por la paz. “Que se cese inmediatamente el fuego en el Líbano, en Gaza, en el resto de Palestina, en Israel”.

También pidió que se liberen los rehenes y que se permita la llegada de ayuda. Como de costumbre, pidió también no olvidar la “martirizada Ucrania”.

Iniciará el proceso de beatificación del rey Balduino

Asimismo, informó que a su regreso a Roma abrirá el proceso de beatificación del Rey Balduino. «Que en su ejemplo de hombre de fe, ilumine a los gobernantes”.

«Pido que los obispos belgas, se comprometan para llevar adelante esta causa», concluyó.

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